miércoles, 30 de septiembre de 2009

situación en el periodo histórico

Tras el fin del primer conflicto mundial la corriente migratoria se renovó con similares características a la primera etapa o flujo de 1870 a 1915, en cuanto a la procedencia rural de la mayoría de sus integrantes y el destino urbano de los mismos; se diferenció en cuanto al origen regional, ahora en gran parte eran procedentes del mezzogiorno.

De todos modos no alcanzó el mismo nivel cuantitativo ya que a las restricciones a la emigración ultramarina impuestas por el gobierno de Mussolini se sumaron las restricciones del gobierno Argentino tras la crisis del ‘30.
Tercer PeriodoEl tercer período (1947/1954) coincidió con una nueva etapa de fuerte crecimiento de la economía argentina, esta vez basada en la expansión del sector manufacturero destinado al consumo interno, y con las voluntades conjuntas de los gobiernos argentino e italiano de entablar acuerdos bilaterales para programar el flujo migratorio. Mientras que en la Italia de post-guerra se verificaba un alto índice de desocupación y un agravamiento de los conflictos políticos y sociales, que hacían pensar nuevamente en la “valvola di sicurezza”", en la Argentina peronista, la naciente industria, promovida por el estado, necesitaba obreros especializados y técnicos. Fruto de acuerdos oficiales y de la corriente espontánea de inmigrantes que venían llamados por parientes y paisanos, ingresaron, entre 1947 y 1954 alrededor de 500.000 italianos; de ellos, un 75% fijó residencia en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

A partir de 1955 el deterioro de las condiciones económicas, con la consiguiente disminución de la demanda de mano de obra y la creciente inflación, que imposibilitaba remitir los ahorros al país de origen, provocó la reorientación de la corriente migratoria italiana hacia otros destinos más felices (Estados Unidos, Venezuela y Australia). En 1960 se puede considerar cerrado definitivamente el ciclo migratorio italiano hacia la República Argentina.
Un estudioso del fenómeno migratorio italiano, Gianfausto Rosoli, realizando un balance del mismo, concluía con esta reflexión: “Da questi brevi e limitati riferimenti puo agevolmente desumersi che nella formazione e nella crescita della nazione argentina il contributo italiano è stato vario e complesso, e non ha riguardo soltanto al’apporto de braccia, ma anche quello di intelligenza e di know how, oltre che di capitale. Sicchè può ben dirsi che nell’impasto e nella nascita dell’Argentina moderna il contributo italiano è stato determinante, ed i vincoli che legano l’un Paese all’altro sono così complessi che non solo non è possibilte reciderli, ma si è inevitavilmente sospinti ad alimentarli ulteriormente.” (”L’emigrazione italiana in Argentina: un Bilancio”, en L’Italia nella Società Argentina, a cura di F.Devoto y G.Rosoli).

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